Aprender a toser y a respirar adecuadamente puede ser la solución para mejorar tanto la sensación de ahogo -disnea- como la capacidad de esfuerzo y la calidad de vida de los pacientes con una enfermedad respiratoria crónica. Esta práctica es llevada a cabo gracias a la fisioterapia como parte de la terapia respiratoria. “Es un tratamiento inocuo, efectivo y preventivo, que consiste en hacer trabajar a los músculos respiratorios con lo cual no tiene efectos secundarios”, señala a CF Esperanza Sánchez, coordinadora del Área de Enfermería y Fisioterapia de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

La fisioterapia respiratoria es un método terapéutico de demostrada eficacia para el tratamiento de patologías de diferente índole, como son los procesos que afectan de forma crónica al sistema respiratorio, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, fibrosis quística, enfermedades neuromusculares; procesos agudos (neumonía, absceso pulmonar) o intervenciones quirúrgicas de gran complejidad (trasplantes pulmonares, cardíacos y hepáticos, así como otras intervenciones cardíacas o de tórax) que permiten aumentar los índices de supervivencia de los pacientes respiratorios además de mejorar su calidad de vida de manera notable. Los neumólogos y cirujanos torácicos avalan su eficacia y lo recomiendan incluso en enfermos graves.

Reducción del gasto
Otra de las ventajas de esta terapia es la reducción considerable del gasto farmacológico del paciente. “En estos enfermos es necesario aumentar su capacidad respiratoria y si se hace mediante la extensión de los músculos respiratorios se pueden evitar un sinfín de medicamentos”, constata Sánchez. “Se pueden evitar infecciones si se enseña a toser al paciente, de manera que él mismo pueda eliminar las secreciones purulentas ya infectadas y, por lo tanto, evitar el consumo de un mayor número de antibióticos”, continúa Sánchez.

Sin embargo, actualmente los programas de rehabilitación respiratoria no cubren a más del cinco por ciento de los pacientes con EPOC.

“Lo ideal sería alcanzar el cien por cien”, opina Sánchez. Y es que, por ejemplo, en el caso de los pacientes con trastornos neuromusculares cuyos músculos respiratorios se han paralizado, este tipo de tratamientos fisioterapéuticos son básicos para su recuperación.

“En España sería conveniente extender la rehabilitación y los programas domiciliarios que son tan eficaces y necesarios”, recalca la experta, debido a que hoy en día el grado de implantación dista mucho todavía del alcanzado en otros países como Canadá o Estados Unidos.